Palabras urgentes… (2)

COLOQUIO: Palabras urgentes…

UACM, 2010. 

MESA 3: ESPERIENCIAS DE DESARROLLO CULTURAL COMUNITARIO

Códice Tecómitl
 Patrimonio cultural comunitario


Ponentes: Francisco Hernández Zamora[1].

SINOPSIS: ¿Cómo se hizo este trabajo comunitarioinfantil? y ¿qué papel juega el protagonismo infantil, la plástica social y los saberes comunitarios en la creación del Patrimonio Cultural Comunitario? ¿Qué posibilidades ofrece esta forma de trabajo de creaciónproducción con relación a la investigaciónacción de aspectos conceptualmetodológicos de la temática cultural alternativa a construir?



 “Tejeremos en el viento con los hilos de la nada”.


“Estaba en presencia de tlacuiloque modernos. La experiencia me era inédita...En las ramas de la cruz habían quedado las visiones infantiles de un ser comunal. Se distribuían en ellas la afirmación identitaria; la percepción de la historia narrada, filtrada ya por la imaginación de niño; la historia vivida en la aventura propia; la imaginación que no es historia hasta que se plasma sobre el papel. El códice fue un juego entre el pasado remoto y una vivencia cargada de colores; entre la recepción de los patrones nacionales, los valores comunales de un pueblo tradicional, las andanzas colectivas transformadas en aventuras por la memoria de pequeños exploradores, y la explosión de la fantasía individual que adquiere vida social por el correr de los pinceles. Los niños habían creado el códice en los emocionantes momentos de su total entrega.
Era el fruto máximo de la obra de arte”.

Dr. Alfredo López Áustin, Códice Tecómitl, 2010.

Título: Tecomitlámatl Tlacueltimas –Códice Tecómitl–.
Concepto: Libroobjeto.
Carácter: Patrimonio cultural comunitario.
Género: Comunitario-infantil.
Técnica: Acrílico sobre papel Tecómitl (hecho a mano)
Formato: en cruz con 47 láminas.
Medidas: 9.50 X 11.50 m.
Temática: cuatro narraciones pictográficas
Lugar: Pueblo de San Antonio Tecómitl, Milpa Alta, D. F.
Fecha: Agosto de 2006-abril de 2007.  


 

Nos enorgullece presentar el trabajo realizado por niñas y niños del pueblo de Tecómitl.[2] Después de lo comentado por Doña Rosita, promotora social comunitaria y entusiasta impulsora de este proyecto, es importante decir que el epígrafe del Dr. Alfredo López Áustin (destacado etnohistoriador y experto en códices prehispánicos) es parte de un texto de poco más de 2 cuartillas en donde pondera este trabajo a él presentado, en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, donde él labora.[3] 
Esta ponencia enfatiza que la relevancia de ambas valoraciones del Códice Tecómitl (CT) a su vez, son testimonios de un proceso subyacente que contempla la polémica institucionalmente pendiente de como concretizar un proceso de trabajo comunitario con protagonismo infantil inscrito dentro de un proceso simultaneo y complementario de producción y de investigación–acción. Ambos testimonios son por demás elocuentes en cuanto al logro de los objetivos, mediante una forma de abordar una problemática de manera integral y poniendo en el centro los aspectos principales para el trabajo.  

I.  Una producción de patrimonio cultural comunitario.
Decir que el CT es un producto cultural con valor de patrimonio cultural comunitario, implica hablar de los aspectos contenidos en el mismo proceso. En esta producción se estableció como objetivo final la creación de una pieza (libro-objeto) que tuviese el valor de patrimonio cultural, por su originalidad (primer códice del género comunitario-infantil), su calidad estética y sus cualidades éticas y epistemológicas–heurísticas contenidas. La connotación de comunitario está referida a sus creadores, a la expresión de potenciales y riquezas y al destino del mismo.
Para lograrlo se estableció que esto sólo sería posible mediante la acción de cierto tipo de agentes participantes: Niñas y niños de la comunidad, un(a) promotor(a) comunitario(a) y un grupo de madres de familia de la misma comunidad, un equipo multidisciplinario de asesoría–acompañamiento y finalmente instituciones gubernamentales relacionadas con educación, arte, y/o desarrollo social.  

v     Participantes y aportaciones:

·        Niñas y niños brindaron la Sabiduría infantil (que vincula espontaneidad, entusiasmo y solidaridad lúdica con el potencial onírico creativo e imaginativo), como su potencial principal integrado en la invensión–creación y manufactura de la pieza de arte–objeto final.
·        La comunidad integrada por la experiencia de promotoría cultural y por el grupo de madres que respaldaron las iniciativas logísiticas necesarias durante el proceso. Este equipo cubrió también las tareas de gestión social e institucional, así como la administración de los recursos conseguidos. Al mismo tiempo, este grupo brindó el potencial, riqueza y vinculación con su propia matriz onírica comunitaria, expresada en los saberes comunitarios conservado y transmitido por los quehaceres convivenciales comunitarios en aspectos de tradición oral, trabajo agrícola, salud, alimentación, etc.  

·        Nuestra participación, como Grupo ConVocArte, en carácter de equipo multidisciplinario de asesoría y acompañamiento comunitario, promovió esta iniciativa, previo diagnóstico participativo con Doña Rosita como promotora cultural comunitaria, que se hizo durante cuatro meses y mediante dos producciones culturales también (Mural-infantil, Encuentro Regional Indígena, 2005 y Lienzo Tecaxtitla, 2006). En todo este periodo se puso especial interés en poder conocer y comprender los potenciales y riquezas locales para ponerlas en acción a la hora de abordar problemáticas también locales de gran importancia, en relación a las niñas y niños. Posteriormente se realizó una propuesta para abordar esta problemática desde el enfoque transdisciplinario que brinda la Plástica social[4] que poco a poco hemos venido construyendo. En el terreno concreto del trabajo del CT, ello consistió en brindar una metodología de trabajo para el diseño del proyecto e impartir talleres multidisciplinarios modulares–temáticos, vinculados a la investigación vivencial y la documentación participativa, como actividades infantiles para la creación del primer códice comunitario-infantil (2006–2007), concebido a la vez como una aportación al Patrimonio cultural comunitario del pueblo de San Antonio Tecómitl. En una etapa posterior ha consistido en sistematizar los resultados tangibles y no tangibles, conceptuales y metodológicos derivados del propio proceso de cómo aprovechar los saberes comunitarios y la sabiduría infantil en procesos productivos alternativos y, finalmente, coadyuvar a su publicación y divulgación también en coordinación con la comunidad.    
 
        ·        Respecto al área institucional , sólo se obtuvo apoyo económico para materiales, equipo de trabajo para los talleres y apoyo logístico para la investigación vivencial y la documentación participativa, por parte del Programa PAPO de la Sria. de Desarrollo Social, del Gob. del DF., durante un los primeros cinco meses.  Dos años después la Sria. de Cultura aportó parte de los costos de publicación de la maquetita del CT. Misma que será integrada al libro de divulgación popular-infantil del CT, cuando este logre ser financiado.




 
v     Resultados y efectos:
En cuanto a los efectos del producto se buscaron tres:
  1. A nivel local repercutió sobre el conjunto de los participantes y de los personajes comunitarios consultados.
  2. A nivel regional, la producción del libro con maquetita y DVD con memoria visual, será destinada a la difusión–retroalimentación participativa en escuelas primarias y secundarias de los doce pueblos de la delegación Milpa Alta.
  3. A un nivel más amplio, se tiene contemplado la edición de un video documental.

II.  CT,  Patrimonio cultural comunitario y la investigación-acción.
Como hemos dicho, CT es un producto con valor de patrimonio cultural comunitario derivado de un proceso de producción cultural. Al mismo tiempo fue un proceso de investigación– acción.
Esta afirmación condensada en un párrafo trae aparejada un cuerpo de aspectos a considerar por separado para su comprensión. 

1.      El vinculo entre Producción – Investigación, hasta ahora poco desarrollado institucionalmente –tanto en las áreas gubernamentales, como de educación y de investigación–. Máxime si se señala la necesidad de  incluir la cantidad de áreas contenidas en esta realización.

2.      El vinculo entre Trabajo comunitario e Investigación, de igual forma poco desarrollado institucionalmente y la separación –salvo honorables excepciones–, entre trabajo social comunitario infantil e investigación–acción para la construcción metodológica y conceptualización del mismo y al mismo tiempo de una línea política cultural alternativa.

3.      La necesidad que existe de conjuntar la educación y el concepto ampliado de arte[5], y a su vez de estos con las áreas de desarrollo social. Y con ello las posibilidades protagónicas de la infancia en este proceso de integralidad, tanto para su provecho educativo como para el beneficio de la sociedad en su conjunto (sic). 

4.      Las limitaciones de la definición convencional de patrimonio cultural y la necesidad de reflexionar al respecto desde las propias alternativas comunitarias.
Ya en el terreno de este coloquio, todo esto a su vez estará inscrito en otro cuestionamiento más general: ¿Es posible la creación de patrimonio cultural comunitario tangible mediante el protagonismo infantil?

Y en el terreno de las políticas culturales: ¿Qué importancia estratégica puede significar esto, para países como México? ¿Qué es lo que se requiere para ello? Y ¿qué importancia tiene en ello el propio concepto de patrimonio cultural comunitario?

De entrada pudiera parecer extraño hacer este tipo de cuestionamientos a partir de hacer la presentación de lo que en términos formales es un producto cultural infantil realizado en una pequeña comunidad. Por otra parte, a mas de tres años de realizado el CT, este tipo de preguntas pudiesen parecer innecesarias dado que existe el testimonio de la obra ya concluida. Sin embargo, es la excepcionalidad del mismo CT la que nos permite señalar la vigencia del problema y también avanzar en su resolución, dado que en parte para eso mismo fue llevada a cabo esta producción.  

III.  Infraestructura política del desastre cultural y una otras miradas.

En México, las políticas culturales son resultado de la herencia de la Revolución Mexicana, que se centró en: construir y difundir un pasado de bronce prehispánico en el que se sustenta un mito de origen de la Nación Mexicana; reivindica las culturas populares y finalmente promueve las bellas artes (Giménez, 2007; 229). Actualmente en México, CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) se encarga de regular prácticamente todas las instancias culturales, aunque pertenezca a la SEP (Secretaría de Educación Pública), en la práctica su función se expande a todos las instancias gubernamentales en materia de cultura: “su modo de operar es vertical y centralizado, ya que su director es nombrado por el Presidente de la República, y aquél, a su vez, nombra a los organismos que están bajo su jurisdicción” (Giménez, 2007; 228). En general cualquier propuesta en materia de cultura, es tamizada con un eje transversal –de arriba hacia abajo– institucional (normativo, programático y operacional) implícito que recae como cascada al resto de las instancias que promueven acciones en las comunidades, restringiendo posibilidades creativas y alternativas otras.[6]

“Desde el ángulo programático, es lamentable la incapacidad histórica institucional de una nación para concebir y articular un programa de política cultural nacional trascendente que deje de lado los dispositivos de hegemonización (P. Bourdieu) y en cambio contemple, promueva e instrumente verdaderas herramientas convivenciales (I. Illich) culturales. Al ser responsables de los destinos de una nación, esto evidencia en sus gobiernos –de menos– dolo por ignorancia y precariedad ética e intelectual.  Lo que nos lleva a su vez, a una visión crítica frente al escenario de la modernidad y sus procesos lógicos de aculturación social y homogenización consumista; que requieren, a su vez, de la instrumentación sistemática de procesos de desmantelamiento social comunitario: desarraigo y pérdida de territorios y de identidad comunitaria, correlativos a la racionalidad económica subyacente y que se exacerban de manera brutal con la implementación de las políticas neoliberales a escala global en los últimos 30 años que han impactado dramáticamente sobre la sociedad, las naciones del Sur y el medio ambiente.”[7] Dando pié a lo que Zygmunt Bauman llama los “tiempos líquidos de la modernidad”, en donde “la palabra ‘comunidad’, como modo de referirse a la totalidad de la población que habita en el territorio soberano del Estado, suena cada vez más vacía de contenido”.[8]

Las miradas nosótricas (C. Lenkersdorf) latinoamericanas, en sus vertientes autónomas y revolucionarias ha tenido esto último muy presente como una cuestión estratégica al abordar el tema. En otro momento hablaremos sobre ello. Bástenos recordar y aquilatar la relevancia de lo dicho por el poeta Cesar Vallejo:
Todo acto o voz genial viene del Pueblo
y va hacia él, de frente o transmitido
por incesantes briznas,
por el humo rosado de amargas contraseñas sin fortuna.

Bolívar Echeverría sostiene que la cultura se puede definir filosóficamente como cultivo crítico de la identidad.[9] ¿Qué de ello se visibiliza a través de las políticas públicas para con las comunidades del país?

Este pensamiento apunta ya al reconocimiento de la nosótrica como idea-semilla civilizatoria alternativa frente al individualismo imperante como sentido común subyacente e incuestionable del pensamiento moderno, acentuado en forma salvaje en la presente etapa neoliberal. Ello debe ser reconocido en el marco de una línea política cultural específica, como modalidad de la justicia social de forma explícita que dé pie al uso y florecimiento de las herramientas convivenciales como ejes culturales alternativos de transversalidad desde abajito. Una construcción de este tipo sólo se dará adecuadamente con la participación desde la base con la red de promotores de cultura comunitaria, la red comunitaria-infantil y la red de artistas independientes vinculados a este proceso.   

IV.  La Plástica social y el Patrimonio cultural comunitario

Por nuestra parte, decimos que “los procesos y las construcciones culturales son partes orgánicas de las comunidades que las hacen posibles y representan un bien colectivo inalienable vinculado a su historia, su presente, sus haceres estéticos e identidad comunitaria y/o colectiva. Desde este punto de vista, proponemos cuatro características básicas del patrimonio cultural comunitario:

1) Es algo que no existía sino que ha sido creado directa o indirectamente de la comunidad, de su matriz onírica y de los procesos mitopoyéticos[10] de las mismas;

2) Se constituye y se articula orgánicamente como parte del cosmos-corpus-praxis de la comunidad;

3) Su valor normalmente esta asociado a cualidades culturales estéticas, epistemológicas y/o heurísticas, ya sea históricas y/o contemporáneas, en todos los casos con una fuerte connotación nosótrica;
4) Es parte de los Bienes comunitarios y dado que estos son parte de la reivindicación autonómica comunitaria desde el ámbito jurídico a la par que en la práctica las comunidades lo defienden, por ello, también el patrimonio cultural comunitario debe ser reconocido jurídicamente como tal.”[11]

Por otra parte, la plástica social subyacente en CT cuestiona el enfoque desarrollista que sesga el diagnóstico y el diseño social a la delimitación de precariedades, carencias, limitaciones y necesidades. Nuestra alternativa muestra qué sucede cuando se pone el acento en reconocer y potenciar las riquezas de las comunidades, cuando ellas mismas toman rienda de la propia creación y de su destino; cuando para ello se utilizan herramientas convivenciales de empoderamiento comunitario y cuando se crean espacios convivenciales lúdico-creativos infantiles que abren nuevas dimensiones epistémico-heurísticas a partir de la sabiduría infantil. Es decir, cuando se reconoce el valor de los espacios propiciatorios que incorporen nuevos agentes protagónicos para la propia colectivización y creación de herramientas convivenciales, generando con ello sinergia comunitaria.  

En ese sentido es que el patrimonio cultural es un derecho inalienable de las comunidades, ya que es una de las manifestaciones de su forma vital de ser un ente orgánico. Se requiere que se legisle al respecto para promover su creación y no sólo su protección, desde una normatividad que contemple un ámbito particular de la política cultural hasta ahora inexistente: La cultura convivencial comunitaria, de la que hablaremos en otro momento.

Al reivindicar como un derecho comunitario inalienable el patrimonio cultural comunitario, se obliga al respaldado institucional (jurídica, programática y presupuestalmente), tanto a nivel de organismos internacionales y nacionales (federales y locales) para que sea posible ejercerlo. Es decir, si las sociedades han sufrido un proceso de desmantelamiento cultural, es difícil que puedan reactivar su potencial de creación de patrimonio cultural comunitario, mientras están sometidas a las mismas presiones y su incremento por la convergencia de crisis de distinta índole. Por el contrario se requiere la asignación de recursos y un enfoque metodológico de trabajo muy particular que contemple, respete y potencie los propios procesos culturales comunitarios poniendo el acento, entre otras cosas, en el sentido del arte convivencial para la vida. Lo que a su vez está en correspondencia con la necesidad de desatar y fortalecer la creatividad e identidad comunitaria y su arraigo territorial sustentable, como estrategia fundamental de democracia participativa de base para afrontar escenarios futuros con opciones prioritarias propias y viables. 

Por todo lo anterior, quede claro que la producción de CT no fue un experimento aislado. Forma parte de un proceso de investigación-acción de plástica social iniciado desde 1989 y continuado por el grupo ConVocArte desde 2005 con distintos tipos de producciones de igual índole.

Desde este proceso continuo de investigación se han obtenido las bases conceptuales y metodológicas del Programa EEPC-I[12], que a su vez enriquecen las nuevas propuestas en cada ocasión y que son una aportación a la construcción de la cultural convivencial comunitaria como una línea de política cultural específica hasta este momento institucionalmente inexistente.

Como hemos indicado, lo que nosotros como grupo multidisciplinario hacemos es crear una metodología sui generis que implica investigación, producción, documentación y divulgación para poder crear patrimonio cultural tangible por medio de procesos comunitarios y a través del protagonismo infantil. Con ello articulamos conceptualmente las bases que den fundamento a ese reconocimiento y movilización de recursos económicos, materiales y humanos. Desde el propio sector artístico y cultural, no podemos seguir validando la destrucción por la negligencia burocrática institucional asociada a vacíos jurídicos e ignorancia autolegitimada en el discurso moderno o posmoderno neocolonizado. Nuestro trabajo no consiste en buscar cuales son las pequeñas grietas mediante las cuales es posible realizar la procuración de fondos para ello en el marco de la filantropía asistencialista para continuar nuestra particular actividad de investigación-producción. Consiste precisamente en señalar la deformación y la precariedad del sistema y de los dispositivos institucionales que impide que las cosas puedan ser no “mejores” sino simplemente buenas para las comunidades del país.

V.  Implicaciones epistémicas de la integralidad

Sobre este aspecto nos limitamos a comentar que, de la misma manera que la carencia de recursos ha dificultado la convergencia de los enfoques de trabajo, en términos prácticos, el problema surge también cuando se intenta mostrar que existen otras áreas de trabajo a comprender y articular en un enfoque de integralidad. Es lógico que el sólo enunciado de la mitopoyesis, de la matriz onírica de la comunidad y de la utopística no resuelve en nada los problemas concretos a abordar en el trabajo diario. A su vez, no comprender como trabajar con ellas es una seria limitante para potenciar la riqueza espiritual comunitaria, la dignidad de los agentes sociales protagónicos no contemplados y la trascendencia de ese trabajo.

De la misma manera, aún prevalecen encuadres conceptuales y metodológicos estrechos de las ciencias sociales y en el diseño de políticas publica. Se requiere abrir las ciencias sociales mismas y ello implica, además, de asumir el reto de complejidad, realizar una praxis inter y transdisciplinaria. En ese sentido, por ejemplo, Wallerstein, en Los saberes: la experiencia de abrirnos a la incertidumbre, valora los estudios culturales (cultural studies), los considera como una perspectiva en que las ciencias sociales y, en general, todo saber adquieren la conciencia del enraizamiento de los conocimientos en los respectivos contextos sociales. De tal suerte, tanto los estudios culturales como las ciencias de la complejidad se constituyen en el horizonte para atacar la cultura de la fragmentación, de la reducción, de la inteligencia ciega (como lo dice Edgar Morin) y simplificadora.

En América Latina las experiencias de Diálogo de saberes entre equipos multidisciplinarios especializados en sustentabilidad ambiental étnico-cultural de instituciones de investigación universitaria vinculados con los Saberes comunitarios han generado importantes resultados en desarrollo social de procesos autonómicos. En México, el Dr. Eckart Boege y Victor Manuel Toledo reportan 1,000 comunidades campesinas de estas características con más de una década de existir en este diálogo, sobre temas de alimentación, salud y producción sustentable. Insistimos en que un enfoque adecuado de integralidad implica una mejor comprensión de los saberes comunitario: “Todo un conjunto de saberes que han sido descalificados como inadecuados para la tarea (de investigación y de diseño social) o elaborados insuficientemente: saberes ingenuos, que se encuentra abajo en la jerarquía”.[13]

En este contexto, nosotros hemos inscrito la propia Sabiduría infantil y la Plástica social dentro de un Diálogo ampliado de saberes a fin de mostrar su papel al incorporarse en los procesos comunitarios.





Esta problemática de inclusión, se agudiza cuando mostramos que en realidad la forma de lograr que este tipo de elementos puedan ser incorporados implica, a su vez la introducción de otras herramientas conceptual–metodológicas que sirven de soporte a la intervención estética entendida como herramienta convivencial. Diferenciamos la intervención estética de las intervenciones de investigación académicas antropológicas y psicosociales, en cuanto a que la primera lo hace desde un ámbito eminentemente lúdico–creativo en tanto que intervención plástico social, mediante el protagonismo infantil en espacios propicios comunitarios. También implica el sentido permanente de procesos de cocreación realizados por sujetos participantes.



“Es aquí donde aparecen conceptos como la biología del amor, la nosótrica y los implicados propiamente en el programa EEPC-I, como la impronta estética, la cosecha de grillos, la sabiduría infantil, etc. La explicación de esta articulación operativa esta expuesta en el Programa EEPC-I., donde se establecen las bases conceptual-metodológicas que hacen posible crear patrimonio cultural tangible a través del protagonismo infantil mediante un enfoque especial de cómo trabajar con el arte. No nos detendremos en ello, dado que el objetivo de ahora es mostrar que este tipo de articulación de aspectos tangibles e intangibles de operación comunitaria, redimensiona el sentido mismo de aspectos nodulares como es el propio patrimonio cultural comunitario, al incrementarlo y enriquecerlo creándolo y no sólo limitándose a preservarlo o aprovecharlo. Más aún, este tipo de trabajo al incidir desde la propia matriz onírica de la comunidad, que podemos concebir como un intangible que provee intangibles más específicos y directos a la comunidad, permite a su vez acrisolar desde la comunidad elementos que se incorporen al patrimonio onírico de la humanidad. Al hablar del Patrimonio Onírico de la Humanidad (Hdez., 2004) como un fenómeno calidoscópico, hago referencia a la multiplicidad étnico-cultural de México en particular y de América Latina en general. Donde la mitopoyesis ha sido tan rica y diversa y la utopística ha permeado toda la Resistencia Cultural de estos pueblos por mas de 500 años.”[14]

VI.       Corolario.
 En la IX Tesis sobre Feuerbach, Marx sintetiza su crítica diciendo que: Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo. En lo personal, en mi juventud aquello me sonaba bien ya que Marx pensaba en la liberación de las fuerzas productivas –fuerza de trabajo y tecnología–, constreñidas por el capital; así mismo él pensaba en la redistribución equitativa de la riqueza. El movimiento altermundista, al observar ideas y resultados un siglo y medio después, podría parafrasearlo:

Hasta ahora la modernidad occidental sólo se ha dedicado a interpretar –cosificando– y transformar –saqueando– al mundo: a la naturaleza, a los pueblos y las culturas; de lo que se trata es de co-crear otros mundos convivenciales, sustentables y autonómicos; dialogándolos desde abajito.




[2] Ver Códice Tecómitl: http://tecomitlamatl.blogspot.com
[4] Para una presentación del tema, Ver: Héctor Rosales. La Plástica Social. Promesa Y Realidad. En: La trenza: de Tepito Arte Acá a Gabriel Orozco pasando por la Plástica social. Claves de interpretación de la creación artística en el México posmoderno. En: La identidad nacional mexicana en una era postnacional. Estudios de caso sobre expresiones artísticas y con textos socioculturales. Proyecto PAPIIT 1N304007, CRIM, UNAM, Mex. 2010  http://plasticasocial.blogspot.com/p/la-plastica-social-promesa-y-realidad.html 
[5] En el concepto ampliado del mismo, que lo denominamos Plástica social en tanto que ejercicios y quehaceres estéticos (lúdico-creativos) comunitario-infantiles en espacios convivenciales propicios de interacción horizontal: arte convivencial para la vida.
[6] En: Berenice Mondragón López. Los haceres estéticos comunitarios y la cruda danza. Tesis de maestría (avance). UAM-Xochimilco, 2010. 
[7] Francisco Hdez. Z., ¿Dónde está el Debate? Desde abajito -Plástica social y Ejes de Rearticulación Transcivilizatorios-, 2009, Coloquio CRIM, UNAM.
[8] “...el paso de la fase ‘sólida’ de la modernidad a la ‘líquida’: es decir, a una condición el la que las formas sociales (las estructuras que limitan las elecciones individuales, las instituciones que salvaguardan la continuidad de los hábitos, los modelos de comportamiento aceptables) ya no pueden (ni se espera que puedan) mantener su forma por más tiempo, porque se descomponen y se derriten antes de que se cuente con el tiempo suficiente para solidificarse y dada su breve esperanza de vida, no pueden servir como marco de referncia para las acciones humanas y para las estrategias a largo plazo; de hecho, se trata de una esperanza de vida más breve que el tiempo necesario para desarrollar una estrategia coherente y consistente, e incluso más breve que el tiempo requerido para llevar a término un ‘proyecto de vida’ individual”. Zygmunt Bauman. Tiempos líquidos, pag. 7. Editorial Tusquets, 2009.
[9] Esto desde su concepto de ethos barroco referido, a su vez a las condiciones históricas del siglo XVII que lo hicieron posible.
[10] Fco. Hdez. Programa EEPC-I (Ejercicios Estéticos de Participación Comunitario-Infantil), 2005. http://eepc-i.blogspot.com
[11] Francisco Hdez. Z., Ibidem, 2009, Coloquio CRIM, UNAM.
[12] Fco. Hdez. Programa EEPC-I, 2005. http://eepc-i.blogspot.com
[13] Gayatri Chakravorty Spivak, “Can the Subaltern Speak?” (¿Puede hablar el subalterno?).
[14] Francisco Hdez. Z., Ibí., 2009, Coloquio CRIM, UNAM y Programa EEPC-I, 2005